A mime da la sensación de que, o viene un turista hiper-mega-rico o vienen tirados que les da igual todo y se dejan hecha un asco la isla no pasa nada. Los primeros son necesarios para la economía, pero haría falta «rescatar» al turista «medio» con más conciencia, con poder adquisitivo pero que no se gasta 1.000 euros o más en una sola botella del LIO para que todo el mundo se dé cuenta de que se lo está gastando