Nos hacemos eco de una carta al director publicada semanas atrás en el Diario de Ibiza, por el autor Gabriel Pérez Hernández, de Sant Antoni:
He crecido en San Antonio, donde no nací pero vivo hoy día. Por eso, se me rompe el corazón con lo que está pasando. Hay voces críticas, incluso en la prensa ibicenca, pero no sirven de mucho. Es como lanzar aullidos al viento sabiendo que nadie va a escucharlos… Ibiza fue hogar de pioneros de los 60, espíritus libres de los 70, intelectuales de los 80… una amalgama de artistas, bohemios y todo tipo de personajes que formaban ese ambiente mágico. Hemos tenido siempre una isla que, incluso en momentos de flaqueza, ha sido la envidia del resto de España. Pero nos la estamos cargando. Mucha culpa la tienen los de fuera, pero, tristemente, también los de dentro. Se dice que San Antonio era el lugar más bello de todos. Con su bahía, su paisaje, su hermosa puesta de sol… Quizá por eso fue la primera zona en ser vilmente estropeada. Podría haber sido distinto, pero el pasado no puede ser cambiado. Yo quiero hablar del presente, y de lo que sí estamos a tiempo de corregir. La economía de todo ibicenco se basa, directa o indirectamente en el turismo, no se puede negar. Pero, ¿qué clase de turismo queremos?, o mejor dicho ¿qué clase de turismo merecemos? Con la incalculable belleza que poseemos en las Pitiusas, ¿por qué permitimos que existan lugares que sigan atrayendo al tipo de público que siempre hemos detestado? Son personas que llegan a un lugar que promete juerga y cachondeo, sin que importe el entorno, la belleza, o nuestra reminiscencia histórica. El ocio de borrachera diurno no beneficia a nadie, aunque en el corto plazo, algunos se llenen los bolsillos.
Estos lugares, que “venden” nuestra ciudad como el lugar perfecto para las “day pool parties” atraen a gente que deambula en estado lamentable, chicas medio desnudas… Crean mal ambiente, y seguramente carecen de las licencias necesarias para hacer lo que hacen… pero ahí siguen. Con la mirada de aprobación de políticos que emplean un doble rasero según con quién haya que tratar. Pero es que es muy sencillo sonreír a tu vecino a pesar de sus maldades, si al cabo del año te incluye buenamente en la cuenta de resultados…Existen una serie de locales en este municipio que se saltan todas las normativas, que alardean por tener las mejores fiestas durante el día, y promueven un estilo de vida que la gente de aquí detesta. Avanzan ilegalidad tras otra, con pandemias y sin ellas, pero quienes deberían frenarles los pies no lo hacen.
¡Nos merecemos algo mejor! San Antonio es como el pueblo dormido en el que nadie se posiciona a pesar de abusos constantes. Y no hay nadie clamando al cielo para que lo irregular cese su actividad, para que la armonía vuelva a reinar como en el pasado… Y si alguien lo hace, lo dice, o lo escribe, se le ignora sin más. Es una dictadura silenciosa, un régimen totalitario local en el que se permiten cosas que provocarían vergüenza en cualquier otro pueblo habitado por gente decente. ¿Hay alguien más indignado, como yo, por lo que está pasando?